jueves, 2 de febrero de 2012

"¿Por qué?"

La definición de “Perseverancia” dice: “es la actitud de ser firme en alcanzar un objetivo o una meta, en momentos que uno se propone llegar a un final definido por el mismo”.
Lorenzo está de vuelta y su condición de salud deteriorada. Entonces, después de dedicarnos y trabajar en la recuperación, reviso el significado de perseverar y me pregunto: ¿Cuál es el objetivo? ¿En qué consiste nuestra meta? Y ¿cuándo sabremos que hemos llegado al final?
Mi sentimiento, confieso, es de frustración. Tal vez porque, hace más de 10 meses, la meta que forjé en mi mente quedó diseñada en anhelos y no en realidades.
Las palabras “siempre” y “nunca”, aprietan un botón que me habla de imposibles. Y, escuchar que Lorenzo siempre requerirá cuidados especiales, me lleva a pensar que algún “nunca” se nos colará en el futuro.
Volvimos ya a las terapias de acupuntura, reacondicionamos su cama para hacerla más cómoda y la ubicamos en el interior, cambiamos su alimentación y agregamos algunos complementos y medicamentos homeopáticos para reforzar huesos, músculos y maduración. Lo necesario está hecho y, de forma comprometida, lo seguiremos haciendo pero. . . ¿cómo justificar la perseverancia? ¿Cuál es el objetivo al que pretendo llegar con Lorenzo?
Lo miro y, al percibirme, me devuelve la mirada con actitud atenta, mansa, confiada. Lo sigo observando y sonrío. Y mi sonrisa, como señal inequívoca, lo hace levantarse y venir a mi encuentro con la única expectativa de recibir un mimo en la cabeza y, tal vez, un cariñoso jalón en las orejas.
Mi corazón dudoso reposa. Siento tu confianza y tu deseo de estar a mi lado, Lorenzo. Vuelves a tu cama mullida y suspiras. Veo como disfrutas con la simpleza del ser y estar. Descubro tu secreto, mi amigo: Tú no esperas llegar a ninguna meta. No pretendes recobrar la sensibilidad de esos dos dedos en tus patas ni añoras las pistas de alfombras rojas. Tu deleite está en estar vivo, disfrutar lo que tienes, a pesar de lo que no tienes ni tendrás.
Pienso en mi mami y mi papi, cada día más ancianos. Al igual que tú, su salud no volverá a ser perfecta y, también junto a ellos, he perseverado en la búsqueda de todo lo que les devuelva, aunque sea un poco, la vitalidad perdida.
Ahora lo veo como tú, querido Lorenzo. Vale la pena perseverar en causas, para otros, perdidas. Porque, en el camino, aprendo a disfrutar las cosas que sí tengo. . . justo como tú lo haces.

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