viernes, 20 de enero de 2012

"Carta a Lorenzo"

Mi querido amigo:
¿Cuánto hace que estamos juntos? No podría contestarlo pues, una cosa son los días del calendario y otra, el tiempo que se teje lentamente entre las experiencias de la vida. Porque, más que una mascota, has sido un compañero de experiencias, algunas lindas y otras amargas. En unas, tú has sido el protagonista pero, en otras, te has convertido en el antecesor que me entrena para sobrellevar las mías.
¿Recuerdas cuando comenzó tu historia con aquel accidente que te dejó lisiado por un tiempo? ¡Cuanta esperanza me daba verte luchar! Y al mismo tiempo, pasarla a mi hija que, por esas extrañas casualidades, también sufrió de una grave lesión de la espalda.
Ahora, al paso de tantos meses, debo confesarte algo. Cuando me echaba a tu lado para acariciar tu cabeza y llorar mientras tú gemías, lloraba por tu dolor pero también por el mío. Tú, sin saberlo, eras quien me hacía atreverme a derramar mis lágrimas y reconocer que temía al porvenir.
Y, cuando después de los ataques encarnizados de aquel otro macho te dejó heridas por todo el cuerpo, tú aceptabas mis cuidados que implicaban limpiar la carne viva, y confiabas y no te rendías. Entonces, también me ayudaste a avanzar. En esos tiempos, tú no sabías, mi madre se defendía de la muerte que, una y otra vez, la asaltaba amenazante. Una y otra vez, amigo mío, recordaba tu perseverancia y, al parejo de ese paréntesis de aislamiento en el que asimilaste el nuevo episodio, yo me refugiaba en el silencio, lloraba y me levantaba para continuar el viaje justo como tú lo hacías.
La distancia entre nosotros también ha sido una enseñanza. Cada vez que debo vivir la separación que ha impuesto el rechazo de alguien o la conveniencia de mi ausencia, te recuerdo y, entonces, puedo sobrellevar la ausencia de mis amados con la convicción de que, a veces, es mejor no estar y pienso en el bien del otro.
Muchas más cosas podría yo agradecerte y llenar mil páginas pero, por el momento, sólo quiero decirte lo importante: ¡Gracias, Lorenzo, mi querido compañero! ¿Quién me habría dado tantas lecciones importantes de no haber estado tú, mi enorme ángel ojiazul de cuatro patas, junto a mí?

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