Ya que el viento democrático se ha colado por las rendijas, decidí
hacer un análisis de los protagonistas políticos para las próximas elecciones y,
tras hacer una comparación de las propuestas, llegué a la conclusión de que
tengo a un candidato ideal.
Empezando por lo que sube a su bandera el tricolor y lo que, según los
analistas, le trae popularidad: un candidato con una presencia muy atractiva al
“sexo débil” y su capacidad de compromiso; sigo con el candidato del sol, cuyo líder
se levanta con la ola amorosa y un futuro de esperanza; paso a mirar a la
primera mujer candidata a la presidencia, quien se auto califica como leal,
honesta y diferente; y, para completar mi revisión, el candidato de la imagen “original”
y, según algunos, el más estudiado.
Y sin mucho pensarlo, tengo una relevación. Conozco al candidato que reúne
las fortalezas de los cuatro candidatos.
Es alguien con una enorme capacidad de convocatoria y, eso, lo debe a
que es y se sabe muy atractivo. Si hablamos de compromiso o lealtad, ¡nadie
como él! Aunque la gente le ha fallado, él no retira su fidelidad. En el tema
de entregarse amorosamente y sin medida, no hay quien le gane y, su vida misma,
es el ejemplo perfecto de la esperanza para sobreponerse a los retos. Es
transparente en sus intenciones y cualquiera puede adivinarlas en sus ojos,
limpios y francos. En eso de ser “diferente”, le mata el gallo a la candidata
y, si alguien es estudiado, es él. . . ¡hasta los huesos!
Por desgracia, los tiempos para el registro de candidatos ciudadanos
independientes ha pasado, porque de estar a tiempo, yo propondría sin empacho a:
¡LORENZO PARA PRESIDENTE!
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