martes, 28 de agosto de 2012

"A los dos. . ."


A los dos, su vida ha cambiado.
Su cuerpo ha alcanzado toda su estatura y, ahora, disfruta del movimiento pleno de cada uno de sus miembros.
Las caminatas, además de ser terapia, se han convertido en una fiesta de olores, carreras y saltos emocionados porque, mi Lorenzo, ahora es un perro. . . como cualquiera.
Cuando camina por las calles, lo saludan por su nombre y, sólo algunos, recuerdan aquella estampa de un perro con cabeza gacha, y enjuto por los dolores.

Lorenzo de Damacan (2 años)

Hoy, a los dos, está estrenando casa, una con jardín, flores y piscina. Tiene por compañero de juegos un gato y las aves en los árboles a los que ladra para recordarles que, allí, vive un perro que guarda con amor y celo su hogar.
Ahora que ha cumplido dos, empezamos a hablar de retomar los planes pendientes y pensamos en buscar la primera novia que nos ayude a revelar el legado genético de nuestro Lorenzo. Si, porque, Lorenzo, “ya no es un bebé”.
Los tiempos han cambiado y se han convertido en aires de paz. Pero, a los dos años cumplidos, tanto él como yo, sabemos que, los tiempos de lucha, nos hicieron crecer y aprender. . . a los dos.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, LORENZO! Y, mejor aún, ¡Feliz vida, amigo!

miércoles, 18 de julio de 2012

"Si fuera. . ."


Un incansable afán por fastidiar al otro, demandar atención inmediata a gritos, tropezar con los muebles por no ser capaz de controlar sus nuevas dimensiones, cambios de humor y un continuo acecho a los límites que creía estaban bien entendidos y cimentados, son sólo algunas de las pruebas que tengo para decir que, si Lorenzo fuera humano e hiciera caso a la regla de los “sietes”, ¡sería un adolescente confirmado!
Y estoy segura que, si el padre de algún adolescente lee este mensaje, comprenderá que esa etapa representa el momento en que los padres se gradúan en el tema de la paciencia y la tolerancia. En el caso de Lorenzo, para el caso, ¡es igual!
Los tiempos de mimos y respuestas obedientes han quedado en la historia para dar paso a nuevas escenas. Un mantel desgarrado y cubierto de pedacitos de cerámica que aún recuerdan su anterior imagen en forma de frutero, son el nuevo saldo de unas horas “sólo en casa”. La historia, como todo pasaje de la adolescencia, se llena de supuestos y la verdad jamás aflora. ¿Tiró el frutero al corretear al gato, en mi ausencia? ¿El aburrimiento sembró el interés por comer uvas y manzanas? ¿La curiosidad le hizo subir a la mesa para ampliar sus horizontes? Creo que, esas y muchas otras, serán preguntas que jamás tendrán respuesta.
Lo que sí sé es que, habiendo dejado atrás los días de “mascota única” y en el aprendizaje de convivir con Oreo, la gatita que llegó a la familia, Lorenzo ahora se entretiene buscando nuevas formas de molestarla (lo que recuerda la escena de los hermanos que, en el asiento de atrás, toman toda oportunidad posible para desquiciar al otro). No hay regaño, castigo o amenaza que lo haga olvidar el propósito al que ha consagrado sus momentos de ocio. Y, siguiendo las reglas de todo adolescente rebelde, enfrenta nuestros reclamos con sonoros ladridos para defender sus derechos.
Sí, Lorenzo está en la adolescencia, llevando mi paciencia al lindero del precipicio a cada paso,  entretenido en ensayar pasajes secretos de los límites conocidos y enloqueciéndome por ratos pero, a pesar de todo, ¡que divertido y cuánto disfruto que sea parte de mi vida!
¡Ay, Lorenzo!, como todo lo vivido sé que. . . Esto, también pasará (y espero sea muy pronto).

domingo, 15 de julio de 2012

"A la carrera"


Después de que la vida de Lorenzo ha tenido pausas y muchas escalas, en los últimos tiempos las cosas han cambiado y, contra toda expectativa, ahora vive a la carrera.
La rutina al despertar es tan vigorosa, que a duras penas incluye algún bostezo y no admite el tiempo de estirarse antes de abandonar la cama. El desayuno, ajeno a las costumbres perrunas, carece de interés sino hasta después del prolongado paseo matutino. Y, lo que otros perros logran seduciendo con un alegre mover de rabo, Lorenzo lo exige con brincoteos, a la manera de las cabras, acompañados por ladridos con volumen de megáfono.
Cada mañana, antes de cruzar la puerta de la casa, por lo menos recorre tres veces, de ida y vuelta, la distancia entre su cama y mi habitación para mostrar su prisa. Y, sin recordar sus propias dimensiones, convierte el trayecto en una pista, siempre en riesgo de ampliar sus linderos con algún empellón contra los muebles. 
¡Nada es capaz de apagar su explosión de gozo cuando es hora de correr! La correa es la señal que enciende los resortes que lo hacen saltar, recular y retozar como un cachorro alocado.
Tal vez ahí está la respuesta para sus nuevas y desbordadas costumbres. El cachorro dentro Lorenzo, aquel que no tuvo tiempo de jugar, ahora tiene prisa. Sí, tiene urgencia de juguetear y andar a la carrera sobre todo aquello que dejó pendiente. Quizás venga de ahí tanta energía, pues mucha fue la que guardó durante el largo tiempo en que su cuerpo se ocupó en resurgir.
Así que, ¡vengan las carreras, mi Lorenzo! Porque hay tiempo de sufrir y hay tiempo de gozar. Hay tiempo de sanar y otro tiempo, ese que ahora tienes, para vivir en plenitud correteando por la vida.

miércoles, 20 de junio de 2012

"Razones de peso"


No me concibo rencorosa pero, cuando Lorenzo subió a la báscula, el recuerdo volvió a mi mente y la mueca en mi boca me delató.
Hace algunos meses, mientras caminábamos lentamente por la placita, una mirada hosca y palabras dichas a media voz me hicieron volver la cara. Era un hombre que, sin quitar los ojos del cuerpo adelgazado de Lorenzo, musitó, aunque con la intención de que yo escuchara: “¡Para qué quiere un perro si no es capaz de alimentarlo bien!”.
Una punzada me hizo tensar el vientre. El dardo de aquel juicio, sin fundamento ni respeto, me tentó a que lo abordara para hablarle de la historia de Lorenzo, ¡nuestra historia! Pero, la prudencia, me hizo continuar el paseo, aunque las lágrimas de indignación no aceptaron quedarse dentro.
Si tan sólo hubiera tomado un minuto, el hombre se habría enterado de que, “ese perro”, no debía subir de peso para lograr una mejor recuperación de la cirugía de columna que le salvó la vida. Y, que hacerlo engordar para verse redondeado, habría implicado renunciar a una agilidad normal en el futuro.
Lorenzo entonces se veía, incluso, como un perro anciano con su andar maltrecho y las costillas marcadas pero, ¿porqué pensar lo peor de los demás? ¿Qué sabía el de nosotros como para guillotinarnos con su opinión sin fundamento?
¡Si tan sólo pudiera encontrarme otra vez con aquel hombre! Hoy vería a un Lorenzo distinto, al verdadero Lorenzo. Uno que luce cada gramo con orgullo pues, más que grasa, es músculo ganado con el esfuerzo, el dolor y la entereza diaria.
Hoy tengo un motivo de orgullo, una razón de peso para hablar del peso ganado por mi Lorenzo y, como pesa tanto mi alegría, ¡la comparto y la reparto!
¡Buen trabajo, amigo mío!

jueves, 14 de junio de 2012

"Ángulos"


La historia de Lorenzo, como todas las historias, tiene muchos ángulos para verla:
Uno de ellos, es el doloroso, pues su destino de perro de exhibición quedó truncado y los días de sufrimiento físico fueron largos. . . ¡muy largos!
Desde la óptica más humana, se convirtió en ejemplo pues, con todas esas expectativas frustradas, me ayudo a vivir los momentos más difíciles en mi propia vida y me acompañó con cada una de sus enseñanzas.
También está el punto de vista divertido pues jamás tuve una convivencia tan estrecha con un perro con tanta personalidad y una capacidad para la manipulación ¡extrema!
La óptica del pesimista, por supuesto, me dirá que ha sido un desperdicio de tiempo; la del avaro, un dispendio excesivo de recursos, y la del apurado, que hay mejores cosas que hacer que cuidar la rehabilitación de un perro.
Opiniones y perspectivas, como siempre, hay tantas como seres humanos distintos existen.
Pero lo importante de lo sucedido con Lorenzo, para mí, es “todo”, porque nada ha sido inútil. Y sé que, aunque pusiera todo mi empeño en explicarlo, jamás reflejaría la experiencia que he vivido junto a él.
Ahora mismo, por cierto, celebro algo que para muchos sonará incomprensible o insulso y que también trae un nuevo ángulo, esta vez. . . ¡a las patas de mi Lorenzo!
¡Sí! Los cuidados, la disciplina, las terapias y los esfuerzos están dando nuevos frutos pues, el ángulo de los cuartos traseros de mi gigantón, día a día, va llegando a los grados de una posición ideal y, eso, me hace rebosar de gusto.
¡Que placer es verlo andar con energía y paso firme! Pero, como antes dije, todo depende del ángulo. . . con el que se mire.

sábado, 9 de junio de 2012

"Pesadilla"


Emocionado, baja en carrera loca por las escaleras de mármol y, al girar por el segundo descanso, vuela a través de la ventana abierta rumbo al vacío desde un segundo piso.
Al verlo desaparecer, salto los escalones, de dos en dos, para llegar lo más pronto posible hasta donde, supongo, Lorenzo habrá caído. Mi corazón, como caótico tambor, retumba en mis oídos y el estómago se ha convertido en una piedra, pequeña y pesada, en la mitad de mi cuerpo.
Busco a mi perro por todos lados y sólo encuentro a uno que, todos me aseguran, es Lorenzo. ¿Cómo esperan engañarme? Podría reconocer a mi Lorenzo de entre un millón de perros y, ese que me muestran, no es mi amigo, aunque sea blanco con manchas negras.
Mi hijo se acerca y casi en un susurro me anuncia: “Lorenzo ha muerto”.
Cascadas de llanto brotan de mis ojos y el dolor en el pecho me hace caer de rodillas al suelo y. . . ¡Despertar!
Son las cuatro de la mañana y mi sudor empapa las sábanas. Mi garganta, engarrotada y tiesa, me impide respirar. Hago respiraciones profundas para recobrar el aliento y contener las ganas desbordantes de llorar.
-¡Todo ha sido una pesadilla!-, me repito, una y otra vez,- ¡Es sólo una pesadilla!  
Y, aunque el mal sueño había terminado, la sensación de temor a perderlo me hace correr hasta su cama. Lorenzo, vencido en un profundo descanso, sólo resuella desde la inconciencia al sentir mi vaga presencia.
Recuerdo aquellos anuncios de que quienes lloran la muerte de su gran danés y, ahora, una pesadilla me ha hecho entender su dolor por haber perdido a su amigo, su compañero y, aunque creí saberlo, sopeso todo el amor que le tengo a mi Lorenzo.
¡Te quiero, Lorenzo! ¡Gracias por ser MI Lorenzo!

viernes, 1 de junio de 2012

"En honor a la verdad"


A medida que pasan los días, al ver a Lorenzo desarrollándose, recuperando la estampa y la alegría hasta en el andar, me sobrecoge una inmensa emoción. Esa imagen, rodeado por niños y adultos acariciándole, me hace suspirar y repetir, convencida: ¡Todo ha valido la pena! Mi corazón, entonces, descansa en la certeza de que tengo de él lo más importante: su felicidad y su salud. O, al menos eso creo, hasta que veo a un cachorro jugueteando y que promete convertirse en un ejemplar espectacular. Entonces, en mi mente, comienza a rondar el “hubiera”.
Y, a últimas fechas, ese “hubiera” me ha visitado por las noches tejiendo sueños inconclusos. La simple noticia de que mi Lorenzo, después de una última revisión, está listo para reproducirse, ha removido el recuerdo de aquel cachorro almeriense cercado entre gente que le prodigaba cariños y halagos en el aeropuerto de Barcelona, listo para iniciar sus aventuras en tierra mexicana.
¿Acaso el sueño de la crianza de un ejemplar especial y la fantasía en las pistas sigue vivo?
Creo que, al igual que nosotros como padres pasamos aquellos deseos guardados a los hijos, ahora me descubro soñando en un cachorro que luzca su cabeza perfecta y su manto blanco. Así se levanta en mí, como una nueva oportunidad, la ilusión de ver crecer a Lorenzo, otra vez, en unas recién nacidas cuatro patitas blanquinegras.
Si, en honor a la verdad, confieso que me ilusiona ver a uno de su descendencia correr y disfrutar, retozar saludable y sin enfado en los mismos parajes en que, Lorenzo y yo, sólo disfrutamos de la vista y de nuestra mutua compañía.

domingo, 27 de mayo de 2012

"Noche de perros"


Aunque he utilizado la expresión de “Pasé una noche de perros” en alguna ocasión, confieso que, hasta ayer, no tenía un contexto que me explicara el verdadero significado.
Pero ahora, Lorenzo se ha encargado de darnos una nueva experiencia.
Una siesta prolongada, ayer por la tarde, nos despertó con un sobresalto: ¡Lorenzo se quedó encerrado! Y agobiado, un poco por la culpa de haberlo dejado fuera, mi esposo corrió hasta el patiecito donde toma su siesta matutina en su colchón.
Siendo casi la medianoche, con cierta inocencia, le dimos las buenas noches y volvimos a la cama. Entonces descubrimos que, nuestro olvido, tendría un precio. Y así comenzamos con un desfilar de iniciativas del gigantón que iban desde un insistente juego hasta ladridos exigiendo atención.
Ni mimos, ni regaños sirvieron de nada para aplacarlo y pasadas las 12, como último recurso, mi marido salió a dar un paseo a la luz de la luna y hasta incluyó una que otra carrerita para lograr cansar al joven Lorenzo, quien parecía haber olvidado el concepto de “sueño”.
Sudoroso y cansado, el abnegado co-dueño volvió a casa, sólo para descubrir que Lorencito seguía con energías y muchos ánimos de continuar jugando.
Para las tres de la mañana y en un intento de hacerle entender que era suficiente, ¡zap! Una nalgada en el trasero y una orden en el tono más enérgico, que alguien puede tener a esa hora, fueron mi último recurso. Pero, bien dice el dicho, “una nalgada a tiempo traerá la buena disciplina” y comprobé que, en mi caso, estaba muy a destiempo. Lorenzo, con ladridos y refunfuños, se acostó. . . ¡para reiniciar a las 5 de la mañana!
El truco de escondernos bajo las sábanas y fingirnos dormidos fue inútil. Así, nos llegó el amanecer con un gran danés alborotador e indisciplinado, dejándonos con ojeras bien marcadas antes de salir a una celebración familiar.
Así que como dije antes, ahora puedo decir, con conocimiento de causa lo que es una real “noche de perros” y, quien no conozca la experiencia. . . sólo llámeme y organizamos una “pijamada” con Lorenzo. 

viernes, 25 de mayo de 2012

"Una de candidatos y elecciones"


Ya que el viento democrático se ha colado por las rendijas, decidí hacer un análisis de los protagonistas políticos para las próximas elecciones y, tras hacer una comparación de las propuestas, llegué a la conclusión de que tengo a un candidato ideal.
Empezando por lo que sube a su bandera el tricolor y lo que, según los analistas, le trae popularidad: un candidato con una presencia muy atractiva al “sexo débil” y su capacidad de compromiso; sigo con el candidato del sol, cuyo líder se levanta con la ola amorosa y un futuro de esperanza; paso a mirar a la primera mujer candidata a la presidencia, quien se auto califica como leal, honesta y diferente; y, para completar mi revisión, el candidato de la imagen “original” y, según algunos, el más estudiado.
Y sin mucho pensarlo, tengo una relevación. Conozco al candidato que reúne las fortalezas de los cuatro candidatos.
Es alguien con una enorme capacidad de convocatoria y, eso, lo debe a que es y se sabe muy atractivo. Si hablamos de compromiso o lealtad, ¡nadie como él! Aunque la gente le ha fallado, él no retira su fidelidad. En el tema de entregarse amorosamente y sin medida, no hay quien le gane y, su vida misma, es el ejemplo perfecto de la esperanza para sobreponerse a los retos. Es transparente en sus intenciones y cualquiera puede adivinarlas en sus ojos, limpios y francos. En eso de ser “diferente”, le mata el gallo a la candidata y, si alguien es estudiado, es él. . . ¡hasta los huesos!
Por desgracia, los tiempos para el registro de candidatos ciudadanos independientes ha pasado, porque de estar a tiempo, yo propondría sin empacho a:
¡LORENZO PARA PRESIDENTE!

martes, 22 de mayo de 2012

"Casi. . ."


Lorenzo, como algunas personas que conozco, ha vivido su vida en el umbral del “casi”.
“Casi” se cancela su migración a México cuando nuestra agenda comenzó a variar, arruinando las coincidencias.
“Casi” tuvo que ser sacrificado ante la posibilidad de una invalidez permanente.
“Casi” es aniquilado por otro macho que encabezó una revuelta en la manada.
Y, “casi” me convence de que sería un perro apagado y sin carácter después de tantos sufrimientos y pruebas. ¡Sorpresa!
Atrás de esa mirada dulzona y pacífica, he descubierto, se esconde un “pequeño granuja”, diría mi hermano menor. Con sus orejas moteadas y la altura de un poni Shetler,  logra convencer con su impronta de que es como un enorme perro de peluche del pelaje más fino. Pero hoy, me atrevo a develar que, Lorenzo ¡es un verdadero pícaro!
Seguramente algunos dudarán de mis palabras pero, algunas evidencias, confirmarán mis palabras. Aunque, por la ubicación en la geografía personal de mi marido, no me atrevo a exhibir las pruebas.
Si, Lorenzo ha dejado huella de su malcriadez en el trasero de mi esposo quien, por simpatía, se asignó la tarea de salir por las mañanas a una caminata por el pueblo.
La escena de sus travesuras se desata cuando, por simple flojera, mi marido decide cancelar la actividad matutina. Es entonces cuando Lorenzo, con su monumental cabeza, se escabulle entre las sábanas y, sin misericordia, comienza a darle pequeños mordiscos, como pellizcos de monja, en “salva sea la parte”. Si tan convincente actitud no logra sacarlo de las sábanas, procede a pronunciar algo muy parecido a ladridos que, por la fortuna de desconocer el idioma de los perros, no paso aquí la vergüenza de traducir sus argumentos.
A pesar del alboroto de Lorenzo y que no respeta ni el domingo, confieso, mi Goliat de cuatro patas es para nosotros la sobredosis de endorfinas que convierte el despertar perezoso en un retozar de manos, reclamos fingidos y carcajadas.
¡Cómo quiero a este adorable sinvergüenza! 

martes, 27 de marzo de 2012

"Hace un año. . ."

Todos aman a Lorenzo. Su mirada y su apertura para ser acariciado lo hacen magnético al afecto de la gente. Pero pocos saben lo que implica tener a Lorenzo y la rutina permanente que necesita para lograr que su salud avance y que, debo confesar, a veces es una labor extenuante.
Viajar, en mi caso, requiere de la planificación logística en la que, Lorenzo, es pieza clave en mis tiempos de estancia. Por su pasado, mi ausencia le afecta y no es posible hacer como con otras mascotas: Asegurarle alimento y agua por un par de días y ¡listo!
Ahora que ha llegado la primavera y que su terapia de rehabilitación se reintegró a las actividades, la atención y tiempo se incrementaron. Y, de no contar con ayuda, sería para mí imposible darle la atención necesaria.
Hay días que, como hoy, ver fotografías de otros perros me hace mal. Tal vez sea como aquella madre cuyo hijo sufrió un accidente que lo inhabilita temporalmente y que desvía la mirada de la fila de escolares que retozan al caminar hacia la entrada del salón.
Sí, hoy duele pensar en que aún falta mucho trabajo para verlo totalmente recuperado. Sí, hoy me siento cansada de las terapias, los complementos y las comidas especiales.
Hoy, si puedo hablar con la verdad, me duele recordar ese día, hace exactamente un año, donde la vida de mi Lorenzo cambió y su futuro tomó otro derrotero. Pero hoy, igualmente, lo miro tendido al sol, con sus ojos claros y su enorme cuerpo con hermosa piel y, sin dudarlo digo: ¡Gracias a Dios que te tengo, mi Lorenzo! ¡Te quiero, amigo mío! 

martes, 20 de marzo de 2012

"La rana"

Cuenta la historia de una rana que entró a competir con otras ranas del estanque. Todas luchaban por subir una ladera lodosa mientras, el público, les gritaba. Una a una iban resbalando y las ranas que las observaban, en lugar de porras, comenzaron a gritarles sobre lo imposible de la empresa. Al transcurrir la competencia, muchas fueron desertando, excepto una quien, salto y salto, y resbalón tras resbalón, continuó hasta llegar a la cima.
Todos la rodearon y una se atrevió a preguntar: “¿Cómo es que tú lograste llegar a la meta?”. Con sus dedos de rana, la ganadora respondió en el lenguaje de señas y entonces el público comprendió: la rana. . . ¡Era sorda!
Lorenzo, a la fecha, sigue viviendo con altas y bajas. Días donde su avance es evidente y otros donde parece que nunca terminará de recuperarse. Pero, la terapeuta marcó un plazo, ¡Un año! Doce meses de trabajo, dolores, recaídas, perseverancia, cuidados especiales, ánimo y fe.
Y hoy que la primavera llegó, Lorenzo y yo dimos un salto al reto, iniciando la segunda fase con terapia de natación. ¿Agradable? ¡No! Porque, ni a él ni a mí, nos gusta nadar pero tenemos un objetivo y vamos a lograrlo.
Así que, después de escuchar a mi alrededor palabras de desesperanza y frases para convencernos a la resignación, decidí o, corrijo, decidimos ¡SEREMOS COMO LA RANA!
¡Al agua patos, Lorenzo! 

viernes, 16 de marzo de 2012

"De cara al sol"

La transición entre el invierno y la primavera se ha convertido en un tiempo difícil para Lorenzo. Los cambios constantes de temperatura le afectan y su ánimo, por días, decae al punto de volverlo reservado.
Es por eso que, los días soleados, son siempre una invitación para  mi Lore para reposar de cara al sol. Sus huesos se fortalecen, sus músculos entran en calor y todo su cuerpo se relaja. Aun así, no es sencillo convencerlo de que se eche en el patio a disfrutarlo porque, a Lorenzo, no le gusta la soledad.
Las prioridades de Lorenzo son firmes. No es sobornable con comida, ni acepta disfrutar de las cosas si ello exige ostracismo. Para mi amiguito, las relaciones son lo más importante y, todo, le sabe mejor si está rodeado de los que ama.
Sus caminatas, además de ayudar a mantenerlo ejercitado, se han convertido en una necesidad imperiosa por la experiencia gratificante de caminar juntos y recibir, dicho sea de paso, una lluvia de mimos en su paseo por la plaza.
Para Lorenzo, lo más valioso y necesario, es la gente. Y él se ha convertido en un recordatorio permanente para nutrir la relación con los que amo. Así, evito dejarme embarcar en la tendencia de dar cosas materiales y, en cambio, me propongo a diario ser generosa para prodigarles lo que es necesario e importante: mi tiempo y mi atención.
Así que, para terminar la semana, ¡Lorenzo, vámonos a pasear!

miércoles, 14 de marzo de 2012

"Exclusividad"

Dicen que las relaciones más fuertes se forjan al compartir los momentos difíciles y tal es el caso entre Lorenzo y yo.
Hace un año ya que mi pequeño gigantón sufrió el accidente y, desde entonces, nuestros destinos se unieron con un amor especial. Aunque hemos tenido tiempos de separación, nuestras vidas han ido complementándose, llenándose de afecto y compañía.
De igual manera ocurrió con mi nieto. Por los estudios profesionales de su mami, mi pequeño y yo tuvimos mucho tiempo para compartir, lo que forjó nuestro vínculo bajo la clasificación de “muy especial”.
Pero, por las terapias de Lorenzo, ocurre con más frecuencia que estemos separados y él ha comenzado a establecer nuevas compañías y afectos. Tal es el caso con mi esposo, con quien sale a caminar por las mañanas o con la empleada, quien le sirve tres opciones distintas de comida durante el día y ni qué decir con mi hijo, que lo llena de mimos.
Este nuevo abanico de cariños no es exclusivo de Lorenzo. Mi nieto, por la inclusión de un nuevo miembro en la familia, ha comenzado también a repartir sus muestras de cariño y preferencia, por lo que la nana se aventuró a decir, a manera de broma: “¡Ya le están haciendo competencia!”.
El comentario me hizo carcajear y, después, pensar.
¿Acaso cuando se ama a alguien, de forma especial, tenemos el derecho de exigir exclusividad? Mi respuesta fue inmediata, “¡No!”. Porque el verdadero amor promueve la libertad y no la dependencia. Y porque, siendo los amores un verdadero tesoro, debemos desear para nuestros seres más queridos que abunden en su vida y sean rodeados por todo el amor posible.
Así que, crece más, mi Lorenzo y sé libre que, yo, pase lo que pase, te seguiré queriendo como “mi amigo especial”.

martes, 14 de febrero de 2012

"Lenguaje"

Esta mañana, corriendo a mil por hora para llegar a la cita médica, Lorenzo, ignorando mis carreras, se acercó con un hilo blanco de baba colgando de los belfos. La sola idea de tener un estampado húmedo y espumoso sobre el pantalón de casimir café me hizo levantar la pierna, sin pensarlo, justo cuando él llegaba a la altura de mi bota y. . . ¡ZAZ!
Con la inercia de mi pie y su caminar, golpeé su hocico tallando la nariz rosada. Su llanto me hizo reaccionar pero, fueron sus ojos azorados y de un azul empalidecido, los que me develaron su conmoción. ¡Lo había golpeado a media cara! Y, lo había hecho, cuando él trataba de mostrarme su cariño.
Sin darme tiempo a levantarme, Lorenzo giró sobre sus patas aun llorando. ¡Su mirada se me quedó clavada en el corazón!
Con paso apresurado, llegó hasta su cama y yo, corriendo atrás de él, comencé a disculparme. Parado sobre su colchón, continuaba con el asombro y el dolor reflejado en sus pupilas.
¡Perdóname, Lorenzo!, le repetí, una y otra vez, pero no intentó acercarse para buscar mi abrazo.
Cuando levanté la mano para acariciar su cabeza, mi compañero se encogió. Entonces me di cuenta de lo que había herido: su confianza. Mi mano, ahora, también le recordaba el dolor de un golpe. ¡Mi corazón se lamentó!
Ahora comprendía la magnitud del evento. Para Lorenzo, los abrazos, los besos y las caricias, son el lenguaje que comprende para recibir mensajes de amor. “Corporalidad”, como lo llamó alguien que recién lo conocí. Y, al golpearlo, usando su lenguaje, él lo asumió con toda la intensidad: una misiva de agresión y rechazo.
Me tomó mucho rato de cariños y palabras suaves para resarcir el daño. Poco a poco, mi querido grandulón adoptó su natural confianza al sentir mi contacto y, con el pantalón babeado y entretejido de pelillos blancos, partí, algo tarde, a las citas médicas.
Una hora tras el volante siempre da tiempo de pensar. Y, tras repasar el desencuentro con mi amigo Lorenzo, justo hoy, en el día del amor, medité en su lenguaje y llegué a una reflexión: ¿Conozco el lenguaje de mis amados, los más cercanos? ¿Lo utilizo cuando alterno con ellos? O, sin saberlo, ¿lo he usado para lastimarlos?
Lorenzo. . . perdón por causarte dolor y gracias, otra vez, por el útil recordatorio de hoy.

miércoles, 8 de febrero de 2012

"¡Ahí vamos, jovencito!"

¡Es un hecho! Ni cirugías, ni enfermedad, ni terapias, ni nada, puede evadirnos de que la adolescencia nos alcance y, para Lorenzo, tampoco hay excepción.
Los límites, antes claros y absolutos, están siendo puestos a prueba por el adolescente can. La cama que se clasificó como un “NO”, ahora es motivo de su terco intento para hacerla de su propiedad.
El pollo, su comida favorita, tampoco ha quedado fuera de sus cambios hormonales y de humor. Ahora, cual joven manipulador, la utiliza para mostrarme sus desacuerdos. “Si no vamos a dar un paseo. . . no como”, me asegura con su actitud. Y, con una huelga de hambre de dos días, me hace saber que “no le gusta estar en la ciudad”. 
Ni platillos especiales ni pequeños sobornos parecen resultar cuando el gigantón de ojos azules ha decidido imponerse.
Ahora sé que, mi Lorenzo, ha dejado de ser un cachorro y no sólo por el desarrollo de su cuerpo, sino por la actitud de adolescente en vías de la madurez.
Supongo que aún tengo una ventaja. Lorenzo abre puertas pero. . . ¡no puede azotarlas!
Aquí comienza un nuevo capítulo de vida para el “Rey Sol” (significado de su nombre) y, por el inicio, con sus casi 18 meses, creo que será más que divertido.

jueves, 2 de febrero de 2012

"¿Por qué?"

La definición de “Perseverancia” dice: “es la actitud de ser firme en alcanzar un objetivo o una meta, en momentos que uno se propone llegar a un final definido por el mismo”.
Lorenzo está de vuelta y su condición de salud deteriorada. Entonces, después de dedicarnos y trabajar en la recuperación, reviso el significado de perseverar y me pregunto: ¿Cuál es el objetivo? ¿En qué consiste nuestra meta? Y ¿cuándo sabremos que hemos llegado al final?
Mi sentimiento, confieso, es de frustración. Tal vez porque, hace más de 10 meses, la meta que forjé en mi mente quedó diseñada en anhelos y no en realidades.
Las palabras “siempre” y “nunca”, aprietan un botón que me habla de imposibles. Y, escuchar que Lorenzo siempre requerirá cuidados especiales, me lleva a pensar que algún “nunca” se nos colará en el futuro.
Volvimos ya a las terapias de acupuntura, reacondicionamos su cama para hacerla más cómoda y la ubicamos en el interior, cambiamos su alimentación y agregamos algunos complementos y medicamentos homeopáticos para reforzar huesos, músculos y maduración. Lo necesario está hecho y, de forma comprometida, lo seguiremos haciendo pero. . . ¿cómo justificar la perseverancia? ¿Cuál es el objetivo al que pretendo llegar con Lorenzo?
Lo miro y, al percibirme, me devuelve la mirada con actitud atenta, mansa, confiada. Lo sigo observando y sonrío. Y mi sonrisa, como señal inequívoca, lo hace levantarse y venir a mi encuentro con la única expectativa de recibir un mimo en la cabeza y, tal vez, un cariñoso jalón en las orejas.
Mi corazón dudoso reposa. Siento tu confianza y tu deseo de estar a mi lado, Lorenzo. Vuelves a tu cama mullida y suspiras. Veo como disfrutas con la simpleza del ser y estar. Descubro tu secreto, mi amigo: Tú no esperas llegar a ninguna meta. No pretendes recobrar la sensibilidad de esos dos dedos en tus patas ni añoras las pistas de alfombras rojas. Tu deleite está en estar vivo, disfrutar lo que tienes, a pesar de lo que no tienes ni tendrás.
Pienso en mi mami y mi papi, cada día más ancianos. Al igual que tú, su salud no volverá a ser perfecta y, también junto a ellos, he perseverado en la búsqueda de todo lo que les devuelva, aunque sea un poco, la vitalidad perdida.
Ahora lo veo como tú, querido Lorenzo. Vale la pena perseverar en causas, para otros, perdidas. Porque, en el camino, aprendo a disfrutar las cosas que sí tengo. . . justo como tú lo haces.

lunes, 30 de enero de 2012

"Finales y comienzos"

Cuando el frío arrecia todo se congela, incluso, el corazón.
Ni las carreras ni las compañías, pudieron evitar que las heladas se infiltraran hasta en los huesos de Lorenzo. A pesar de apretujarse contra los cuerpos tibios de sus compañeros de manada, el enorme perro sintió como, día a día, sus músculos, su piel y su ánimo disminuían.
Y, como intempestiva ventisca, la figura de mi querido amigo se redujo a huesos, piel marchita y ojos opacos. La pierna izquierda, la más dañada desde el accidente, se resistía a cargar el peso y la mano derecha, en sus intentos de compensar, ahora imitaba su cojera.
¡Qué dolor ver a mi bello cachorro cojeando en mitad del invierno!
A veces, el único lugar donde podemos encontrar curación y reposo, es el hogar. Y ese fue el destino de Lorenzo. Con ayuda, hasta para subir al auto, partimos a casa. La llegada, además de conmovedora, resultó de una inusitada alegría.
Estrenando colchón, mi amigo instaló su enorme cuerpo y soltó un resuello como diciendo: ¡Al fin en casa! Y, con inusitado apetito, comenzó su alimentación de tres alimentos al día para recuperar la grasa consumida para sobrevivir el frío. Arroz con atún, croquetas, huevo y complementos vitamínicos comenzaron a recuperarlo, además de la medicación para desinflamar articulaciones.
Las terapias de acupuntura y los mimos constantes tuvieron un efecto inmediato. Y, una dieta de varios kilos de pollo al día, le hicieron ganar peso, poco a poco pero de inmediato.
Esta vez, la prescripción médica fue determinante: Lorenzo no debe vivir fuera de los muros tibios y cuidados especiales por su condición de salud resultante del accidente y la cirugía.
Así que, como sentencia dictada tras el golpe del mazo de un juez, nuestros destinos quedaron unidos por el resto de nuestros días. Lo que parecía un final, en realidad, era un feliz comienzo
¡Bienvenido a casa, Lorenzo, por hoy y para siempre!

lunes, 23 de enero de 2012

"Opciones y otoños"

El tiempo pasa muy rápidamente, al menos, así ocurre para mí y, me pregunto: ¿Serán para ti los días tan vertiginosos allá, con esa pequeña manada que organiza sus días entre carreras, mañanas al sol, comidas y juegos, como lo son para mí en este lado de la cerca? ¿Extrañarás nuestras caminatas, mis manos sobre tu cabeza o tu mullido colchón?
Poco sé de la vida silvestre o de la organización en comunidades de animales pero, por momentos, cuando te veo a lo lejos, una añoranza extraña me invade y un sentimiento, casi de remordimiento, quiere surgirme desde el alma.
¡Qué difícil es dejar atrás a los que amamos y disfrutamos, Lorenzo! Lo estoy aprendiendo contigo y, seguramente, me llegará el tiempo de practicar lo aprendido con alguien más. Pero te confieso, la frase de “Es por su bien”, a ratos, me parece chocante y agresiva. Porque, ¿acaso nadie piensa lo duro que es para una persona tener un lugar cuando es necesaria y ser desplazada cuando se vuelve “opcional”?
Si soy honesta, mi amigo, me duele pensarme como opcional y no siempre me viene bien el sacrificio. Y reconozco que todo mi reclamo suena egoísta pero, ¿no es un poco cruel que, habiendo ganado un lugarcito en los tiempos difíciles, deba desaparecer en la bonanza?
A pesar de mi ocasional inconformidad, me gusta mirarte cuando retozas ese cuerpo renovado y entiendo, a ratos sólo en la cabeza, que estás mejor ahí. Al final, nada me quitará los buenos recuerdos y, espero, tu nueva vida, no me borre de los tuyos.
El otoño inició para los dos, mi Lorenzo. . . ¡te extraño! (Octubre 30, 2011)

viernes, 20 de enero de 2012

"Carta a Lorenzo"

Mi querido amigo:
¿Cuánto hace que estamos juntos? No podría contestarlo pues, una cosa son los días del calendario y otra, el tiempo que se teje lentamente entre las experiencias de la vida. Porque, más que una mascota, has sido un compañero de experiencias, algunas lindas y otras amargas. En unas, tú has sido el protagonista pero, en otras, te has convertido en el antecesor que me entrena para sobrellevar las mías.
¿Recuerdas cuando comenzó tu historia con aquel accidente que te dejó lisiado por un tiempo? ¡Cuanta esperanza me daba verte luchar! Y al mismo tiempo, pasarla a mi hija que, por esas extrañas casualidades, también sufrió de una grave lesión de la espalda.
Ahora, al paso de tantos meses, debo confesarte algo. Cuando me echaba a tu lado para acariciar tu cabeza y llorar mientras tú gemías, lloraba por tu dolor pero también por el mío. Tú, sin saberlo, eras quien me hacía atreverme a derramar mis lágrimas y reconocer que temía al porvenir.
Y, cuando después de los ataques encarnizados de aquel otro macho te dejó heridas por todo el cuerpo, tú aceptabas mis cuidados que implicaban limpiar la carne viva, y confiabas y no te rendías. Entonces, también me ayudaste a avanzar. En esos tiempos, tú no sabías, mi madre se defendía de la muerte que, una y otra vez, la asaltaba amenazante. Una y otra vez, amigo mío, recordaba tu perseverancia y, al parejo de ese paréntesis de aislamiento en el que asimilaste el nuevo episodio, yo me refugiaba en el silencio, lloraba y me levantaba para continuar el viaje justo como tú lo hacías.
La distancia entre nosotros también ha sido una enseñanza. Cada vez que debo vivir la separación que ha impuesto el rechazo de alguien o la conveniencia de mi ausencia, te recuerdo y, entonces, puedo sobrellevar la ausencia de mis amados con la convicción de que, a veces, es mejor no estar y pienso en el bien del otro.
Muchas más cosas podría yo agradecerte y llenar mil páginas pero, por el momento, sólo quiero decirte lo importante: ¡Gracias, Lorenzo, mi querido compañero! ¿Quién me habría dado tantas lecciones importantes de no haber estado tú, mi enorme ángel ojiazul de cuatro patas, junto a mí?

jueves, 19 de enero de 2012

"Paréntesis. . ."

Para vivir no hay fórmulas. Lo que en un tiempo fue bueno y casi indispensable, ahora ya no lo es y hasta puede considerarse dañino.
Lo que jamás esperé, ocurrió. Lorenzo, mi compañía constante por semanas que sumaron meses, hoy ha llegado de visita. Sí, tras un tiempo de separación “sana”, ahora mordisquea un hueso que le había guardado para cuando nuevamente estuviéramos juntos.
La distancia, no siendo lo que yo deseaba, ha sido necesaria para que siga avanzando en la recuperación de su salud. Llegado el momento, la recomendación médica dictó: ¡Espacio y movimiento! Y, por el diseño de mi casa, dejé de ser su mejor opción.
Ahora, rodeado de otros de su especie, Lorenzo pasa los días entre carreras y juegos entre titanes. Sus caminatas ya no son entre los portales de la plaza sino en campo abierto que lo invita a estirar los miembros en toda su extensión.
Mi estilo de vida, de alguna manera, le quedó chico y se convirtió en un estorbo para el movimiento libre que lo ayude a desarrollar todo su potencial.
A decir verdad, lo extraño y mucho. Dice mi hija que, ambos, desarrollamos una conexión y creo que tiene razón. Cuando me oye a la distancia, llora y yo, a lo lejos, lloro con él. Pero es más mi amor por él que mi egoísmo. Así que, hasta nuevo aviso, seguiremos separados. Y quién sabe, si al igual que con los hijos, un buen día volvamos a disfrutar nuestra compañía.
Lorenzo, ¿es acaso esto la profecía de lo que está por venir con ellos. . . tu sabes quién? Aprendamos entonces, amigo y, ya nos llegará el futuro. (Octubre 12, 2011)