jueves, 22 de septiembre de 2011

"Metrónomo"

El movimiento de un metrónomo a velocidad de alas de colibrí, sin duda, puede generar en un pianista la tensión al seguir al director con el movimiento de sus dedos.
Y, ayer al salir a casa, logró que mi corazón también se acelerara trayendo una increíble emoción solo que, en lugar de metales y maderas activados por una cuerda y movidos por engranes, el mío, mi metrónomo, tenía la forma de un Gran Danés blanco y ojiazul. Y la varita batiéndose no era otra cosa que ¡la cola de Lorenzo!
Porque, sí, Lorenzo, después de casi cuatro meses, por primera vez, ¡movió la cola para mostrar su regocijo!
Tal vez para cualquier perro el gesto es tan rutinario que ya nadie lo mira con asombro. Para nosotros, la familia de Lorenzo, es el resultado de semanas y semanas de cuidados, esfuerzos, caminatas forzadas, terapias de acupuntura y natación, fomentos y más, muchas cosas más.
¡Ay, cómo no soy un perro para mover locamente el rabo y compartir su logro, su alegría!
Si hoy yo fuera un perro, además de elegir ser Gran Danés, elegiría ser Lorenzo. Un valiente entre valientes que, ni con todo el sufrimiento, se ha dejado despojar de su carácter dulce, jovial y alegre.

lunes, 19 de septiembre de 2011

"Recordando"

La acupuntura, terapia aplicada como una forma de estimular los músculos y el recuerdo al cerebro para reconectar con los cuartos traseros, está logrando que Lorenzo, poco a poco, recuerde quién es: Un poderoso Gran Danés de cuatro patas, porte gallardo y capaz de correr, trotar y retozar con vitalidad, con gracia.
Para evitar el dolor, recién ocurrido el accidente, su cuerpo aprendió a ignorar los miembros dañados, desconectándolos y así sobrevivir el sufrimiento. . .sin ellos. Ahora, ya es momento de recobrar lo que es suyo, recordar quién es para continuar y desarrollar todo su potencial. Ya no debe mutilar más su verdadera imagen. No es necesario que se cuele por la vida con paso lisiado. Es tiempo de erguirse y volver a andar con paso firme.
Lorenzo, mi Lorenzo, ¡lo estás haciendo!Y yo quiero seguir tu ejemplo. Abro mis baúles y comienzo a revisar todas esas partes de mi vida, esos proyectos atorados y esos anhelos abortados decidida a recordar que, siempre, es tiempo de hacerlos parte de mí nuevamente y continuar mi viaje para llegar a ser lo que debo ser.
Si tú lo estás haciendo, amigo mío, ¡yo también voy a intentarlo!

jueves, 15 de septiembre de 2011

"¡Sin correr!"

A muchos, seguramente, les parecería un acto de compasión el permitir que Lorenzo trotara durante sus paseos terapéuticos pero, el hecho, es que lo mejor para él es la caminata lenta y pausada que le dé tiempo de hacer, una y otra vez, el movimiento que sus cuartos traseros han olvidado y que, por los músculos atrofiados, resulta muy difícil de hacer.
Aunque inicialmente disfruta de salir a caminar, al cabo de algunos minutos, su patas, comienzan a protestar por el cansancio y tiemblan por el esfuerzo. Aun así, sostengo el paso con un solo pensamiento: “Es por su bien”.
Lorenzo, dócil por naturaleza, acepta la velocidad que impongo y se aplica en el andar lento. Una que otra vez reintenta acelerar pero, a un tirón de correa, cede a mi voluntad y continúa, confiando en mi decisión. 
Al verlo, me hace pensar en lo que muchos de nosotros, como seres humanos, hacemos después de nos hemos visto envueltos en pérdidas y problemas que nos han mermado en nuestras capacidades. Intentamos correr en nuevas situaciones, aun cuando todavía no estamos listos, engañándonos y evitando practicar la forma correcta de caminar por la vida. Por precipitarnos, jamás nos recuperamos y ni corregimos los errores, marcando nuestro destino con una cojera emocional de por vida.
Hoy me está tocando a mí ayudarte a corregir tus pasos, Lorenzo, y aceptas que lo hagamos lentamente. Un día, cuando sea mi turno, serás tú, con tu recuerdo, quien frenará los míos.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

"Vanidades"

Para mi nieta el pintarse las uñas es el principio de un juego de vanidad. . . tan propio de una mujercita. Para las mujeres adultas es parte de ese toque de feminidad y elegancia, la muestra del gusto de lucir hermosa. Para Lorenzo es un trofeo, sí, un trofeo de valor y constancia.
Y, es que al perder la movilidad en sus cuartos traseros, cada paso de sus débiles patas fue un triunfo y en el intento, poco a poco, sus uñas se desgastaron marcando con su sangre el camino andado.
Mutilado, incluso, siguió caminando y ejercitándose día a día. A pesar de buscar las superficies suaves y las terapias en agua, fue inevitable que el roce las rebajara hasta casi hacerlas desaparecer. 
Cuatro meses después, cuando pensamos que habría que cauterizar el nacimiento de las uñas, los cuidados y su esfuerzo comenzaron a dar frutos. ¿Uno de ellos? ¡Las uñas, como muñones incipientes, comenzaron a crecer!
Ahora, Lorenzo, es capaz de completar el movimiento al caminar, levantando las patitas y apoyarlas totalmente sobre el piso a cada paso, y sus uñas, confieso con cierta vanidad, ¡son hermosas!

domingo, 11 de septiembre de 2011

"Jarabe tapatío"

¡Me encanta bailar!
Y no sólo eso, disfruto muchísimo el ver cómo la gente se da a la tarea de mover cada parte de su cuerpo en el intento de hacerse uno con la música y el ritmo. El resultado, casi siempre, es una sonrisa en el rostro. ¡Cuánto placer trae la danza!
Pero, ayer descubrí, no todos los bailes son con música de instrumentos. También los hay que se acompañan con la música del corazón y pueden ser la mar de alegres.
Con dos manitas o, debo corregir, manotas y dos patas cada vez más fuertes, Lorenzo bailó, por primera vez desde su accidente, lo que podría yo llamar un “jarabe tapatío”.
Al igual que los charros pasando la pierna sobre el sombrero, Lorenzo jugueteaba con sus manos sobre una pelota de hilos de colores, logrando nuevamente, que sus cuartos traseros se hicieran cargo de sus casi 60 kilos.
¡El espectáculo era fascinante y divertido! Como adolescente, que finalmente está a punto de ser, su ritmo era algo descuadrado y su facha no era como la de un bailarín de ballet pero, aún así, ¡era hermoso!
Unidos a su entusiasmo, mi esposo y yo, bailamos alrededor de él y aplaudimos su osadía. Aunque la fuerza de sus patas traseras no le permitieron prolongar su danza, sé que su corazón, al igual que el nuestro, continuó retozando contagiado de celebración.
Ese momento mágico me enseñó cuanta verdad hay en lo que Jesús algún día dijo: “Lloren con los que sufran y alégrense con los que gocen”. Lorenzo, seguimos contigo y, ésta vez, ¡alegrándonos!

jueves, 8 de septiembre de 2011

"Alabanzas"

Me gustan los días nublados, de esos donde un rayo de sol ilumina el paisaje dejando el ambiente fresco y la humedad aviva los verdes contrastando la tierra mojada. Y, parece ser, a Lorenzo también. Hoy, feliz, no dejaba de caminar, alternando uno que otro trote recorriendo los cientos de metros de tierra plana que rodean el jardín.
¡Que deleite es verlo caminar y disfrutar del movimiento otra vez! Ya han pasado tres meses desde la cirugía y, día a día, sus patas y su cadera van recordando la forma de andar.
Complacida sonrío y pasan por mi mente, en un instante, un sinfín de escenas desde que Lorenzo y yo buscamos ayuda después del accidente hasta ese cuadro con Lorenzo, bello y feliz, caminando rodeado de plantas silvestres que mezclan toda la variedad de verdes naturales.
Al girar la cabeza, Lorenzo se topa con mi mirada y se detiene. Cambia su rumbo para acercarse hasta donde yo, sin prisas, lo observo. Sólo unos metros nos separan cuando, sin dudar, se detiene para olisquear una mata de buganvilia de apenas 50 centímetros de altura y, con lo que parece casi un cuidadoso acto circense, Lorenzo se apoya en tres patas para levantar, por breves segundos y unos cuantos centímetros, la pata derecha junto al arbusto de flores moradas.
¡Lorenzo! ¡Mi Lorenzo!- grité, aplaudiendo y saltando,- ¡Acabas de levantar la pata, Lorenzo!
Festejando a solas con él, que trotó hasta mí al escuchar mis alabanzas, lo abrazó por el cuello y recordé una frase dicha en un momento histórico: “Es un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad”.
Sus esfuerzos y valor, la perseverancia de mi hija más la esperanza a la que todos nos habíamos abrazado estaba comenzando a dar sus primeros frutos.

martes, 6 de septiembre de 2011

"Acu. . .¿qué?"

Las visitas al veterinario para la terapia de acupuntura son, por mucho, algo que Lorenzo no disfruta. Recibir descargas eléctricas, por más ligeras que sean, lo hacen reaccionar con disgusto. A pesar de eso, con enorme paciencia, permite que la veterinaria inserte las 8 enormes agujas que le ayudarán a recobrar los músculos, de la cadera y las piernas, atrofiados. Aunque en honor a la verdad, más de un par de veces le ha hecho saber que está rebasando su límite. Ella, respetuosa o un poco amedrentada, escucha el reclamo con su ladrido sordo y espera a que esté listo para continuar.
El proceso de recuperación iniciado con breves caminatas, natación y complementos vitamínicos, ahora incluye la terapia de acupuntura, que además de incómoda, lo deja adolorido por el resto del día.
Qué difícil es verlo tendido en el tapete de vaquitas, comprado por los veterinarios especialmente para él, resignado al tiempo de tortura. Con caricias y mimos, mi hija y la veterinaria, le aseguran que vale la pena y, Lorenzo, en un nuevo acto de confianza, acepta entre suspiros y miradas suplicantes.
Al terminar la terapia, de la que sale tan rápido como sus temblorosas patas le permiten, Lorenzo sube a la cajuela del auto para volver a casa. Sólo que, ésta vez, el día lo invita a un baño de sol y de brisa, algo que no podía desperdiciar.
Librando el reducido espacio entre los respaldos y el techo, Lorenzo se sienta en  los asientos traseros para, con deleite calmo, asomar la enorme cabeza por la ventana y sentir sus orejas volar al roce del viento con el auto en movimiento. ¡Que maravilloso es verlo disfrutar con tanto desenfado y sencillez!
Miro la escena y mi corazón sonríe.
“¡Tienes razón, Lorenzo!”, pienso al verlo tan plácido y gozoso, “están llegando tus días de volver a disfrutar. . . y yo contigo.”