Dicen que las relaciones más fuertes y estrechas se forjan en los
momentos de crisis. Incluso dice un dicho que “en la cama y en la cárcel, se conocen los amigos”.
Son esos momentos de necesidad de apoyo y compañía donde los lazos se
fortalecen, las vidas se entrelazan y surgen sentimientos de solidaridad
intensos.Y es entonces que, cobijado bajo ese manto de afectos nacidos en la
adversidad, surge el sentimiento de confianza en el amigo y la expectativa de
tener en él, un guardián incondicional de nuestro bienestar.
La historia entre Lorenzo y yo es un ejemplo de amistad y de
confianza. . . al menos eso creí yo hasta el día de hoy.
Bastó con un paseo “casual” por mi cocina para que mi querido
grandulón me hiciera cambiar de opinión.
Aprovechando que yo me concentraba frente a la computadora, mi querido
amigo Lorenzo se zampó la confianza construida a fuerza de años, ¡junto con
medio kilo de filete, como guarnición!
Hoy aprendí que, con un amigo del tamaño de Lorenzo, ¡ni siquiera el
refrigerador y sus alturas, resguardarán la confianza!
Así que, amigos, ¡Nunca confíen en un Gran Danés! (si de filete se
trata).