miércoles, 13 de noviembre de 2013

"Confianza"

Dicen que las relaciones más fuertes y estrechas se forjan en los momentos de crisis. Incluso dice un dicho que “en la cama y en la cárcel, se conocen los amigos”.
Son esos momentos de necesidad de apoyo y compañía donde los lazos se fortalecen, las vidas se entrelazan y surgen sentimientos de solidaridad intensos.Y es entonces que, cobijado bajo ese manto de afectos nacidos en la adversidad, surge el sentimiento de confianza en el amigo y la expectativa de tener en él, un guardián incondicional de nuestro bienestar.
La historia entre Lorenzo y yo es un ejemplo de amistad y de confianza. . . al menos eso creí yo hasta el día de hoy.

Bastó con un paseo “casual” por mi cocina para que mi querido grandulón me hiciera cambiar de opinión.
Aprovechando que yo me concentraba frente a la computadora, mi querido amigo Lorenzo se zampó la confianza construida a fuerza de años, ¡junto con medio kilo de filete, como guarnición!
Hoy aprendí que, con un amigo del tamaño de Lorenzo, ¡ni siquiera el refrigerador y sus alturas, resguardarán la confianza!

Así que, amigos, ¡Nunca confíen en un Gran Danés! (si de filete se trata).

martes, 5 de noviembre de 2013

"Esperar. . ."

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que les compartí noticias de Lorenzo? ¡Más de un año! Vaya que ha volado el tiempo. Espero que hayan esperado sentados aunque, en este lado de la pantalla, no ha sido así.
Lorenzo ha disfrutado su nuevo hogar aunque tuvo que esmerarse en poner límites a los gatos vecinos que pretendían tomar su jardín como lugar de reunión. Su rutina de paseos por la plaza quedó desplazada por dos largos paseos por los alrededores donde, la tierra suave y mullidos pastos, evitan que los cojinetes de sus patas sufran daño. Y, aunque ha tenido que extrañarme durante mis ausencias, ha encontrado el placer de las caricias entre sus nuevos admiradores en el vecindario.
Parece que todo ha quedado suspendido en el tiempo y que no hay cambio alguno que contar, salvo una constancia de gotera en el ejercicio y la buena alimentación. . .hasta hoy.
Aprovechando mi estancia, como siempre, Lorenzo ocupó su lugar para hacerme compañía mientras escribo, reposando sobre su tapete a mis espaldas. Sus resuellos y respiración se han convertido en parte de la laxitud del ambiente por lo que, cuando algo la altera, mi atención se desvía para saber que le ocurre.

Hoy, hace tan sólo unos momentos, viví el mismo regocijo que siente una madre cuando su hijo intenta dar los primeros pasos. Bastó sentir que algo había cambiado en el ritmo de la respiración de mi compañero para hacerme voltear y me encontré con la sorpresa: Lorenzo, mi Lorenzo, me miraba pacientemente. . . ¡Sentado!
Para quien no conozca su historia, seguro que este anuncio le parecerá casi absurdo aunque lejos está de serlo.
Sólo le bastaría saber que, por consecuencia de su lesión en la columna y la cirugía, Lorenzo podría caminar, echarse, correr y permanece parado, pero no sentarse. La postura, sosteniendo el peso mayormente en la espalda baja, generaría mucho dolor.
Lo maravilloso es que, producto del ejercicio constante, sus músculos y sus huesos se han fortalecido y ahora es capaz de mantener esa postura por un rato, disfrutando de la perspectiva que la posición le da.
Así que, Lorenzo no ha pasado el tiempo sentado. Ha continuado recorriendo el camino de la recuperación y, ahora, es prácticamente un perro normal, sano, feliz. . . y que puede sentarse.

¡Buen trabajo, Lorenzo!

martes, 28 de agosto de 2012

"A los dos. . ."


A los dos, su vida ha cambiado.
Su cuerpo ha alcanzado toda su estatura y, ahora, disfruta del movimiento pleno de cada uno de sus miembros.
Las caminatas, además de ser terapia, se han convertido en una fiesta de olores, carreras y saltos emocionados porque, mi Lorenzo, ahora es un perro. . . como cualquiera.
Cuando camina por las calles, lo saludan por su nombre y, sólo algunos, recuerdan aquella estampa de un perro con cabeza gacha, y enjuto por los dolores.

Lorenzo de Damacan (2 años)

Hoy, a los dos, está estrenando casa, una con jardín, flores y piscina. Tiene por compañero de juegos un gato y las aves en los árboles a los que ladra para recordarles que, allí, vive un perro que guarda con amor y celo su hogar.
Ahora que ha cumplido dos, empezamos a hablar de retomar los planes pendientes y pensamos en buscar la primera novia que nos ayude a revelar el legado genético de nuestro Lorenzo. Si, porque, Lorenzo, “ya no es un bebé”.
Los tiempos han cambiado y se han convertido en aires de paz. Pero, a los dos años cumplidos, tanto él como yo, sabemos que, los tiempos de lucha, nos hicieron crecer y aprender. . . a los dos.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS, LORENZO! Y, mejor aún, ¡Feliz vida, amigo!

miércoles, 18 de julio de 2012

"Si fuera. . ."


Un incansable afán por fastidiar al otro, demandar atención inmediata a gritos, tropezar con los muebles por no ser capaz de controlar sus nuevas dimensiones, cambios de humor y un continuo acecho a los límites que creía estaban bien entendidos y cimentados, son sólo algunas de las pruebas que tengo para decir que, si Lorenzo fuera humano e hiciera caso a la regla de los “sietes”, ¡sería un adolescente confirmado!
Y estoy segura que, si el padre de algún adolescente lee este mensaje, comprenderá que esa etapa representa el momento en que los padres se gradúan en el tema de la paciencia y la tolerancia. En el caso de Lorenzo, para el caso, ¡es igual!
Los tiempos de mimos y respuestas obedientes han quedado en la historia para dar paso a nuevas escenas. Un mantel desgarrado y cubierto de pedacitos de cerámica que aún recuerdan su anterior imagen en forma de frutero, son el nuevo saldo de unas horas “sólo en casa”. La historia, como todo pasaje de la adolescencia, se llena de supuestos y la verdad jamás aflora. ¿Tiró el frutero al corretear al gato, en mi ausencia? ¿El aburrimiento sembró el interés por comer uvas y manzanas? ¿La curiosidad le hizo subir a la mesa para ampliar sus horizontes? Creo que, esas y muchas otras, serán preguntas que jamás tendrán respuesta.
Lo que sí sé es que, habiendo dejado atrás los días de “mascota única” y en el aprendizaje de convivir con Oreo, la gatita que llegó a la familia, Lorenzo ahora se entretiene buscando nuevas formas de molestarla (lo que recuerda la escena de los hermanos que, en el asiento de atrás, toman toda oportunidad posible para desquiciar al otro). No hay regaño, castigo o amenaza que lo haga olvidar el propósito al que ha consagrado sus momentos de ocio. Y, siguiendo las reglas de todo adolescente rebelde, enfrenta nuestros reclamos con sonoros ladridos para defender sus derechos.
Sí, Lorenzo está en la adolescencia, llevando mi paciencia al lindero del precipicio a cada paso,  entretenido en ensayar pasajes secretos de los límites conocidos y enloqueciéndome por ratos pero, a pesar de todo, ¡que divertido y cuánto disfruto que sea parte de mi vida!
¡Ay, Lorenzo!, como todo lo vivido sé que. . . Esto, también pasará (y espero sea muy pronto).

domingo, 15 de julio de 2012

"A la carrera"


Después de que la vida de Lorenzo ha tenido pausas y muchas escalas, en los últimos tiempos las cosas han cambiado y, contra toda expectativa, ahora vive a la carrera.
La rutina al despertar es tan vigorosa, que a duras penas incluye algún bostezo y no admite el tiempo de estirarse antes de abandonar la cama. El desayuno, ajeno a las costumbres perrunas, carece de interés sino hasta después del prolongado paseo matutino. Y, lo que otros perros logran seduciendo con un alegre mover de rabo, Lorenzo lo exige con brincoteos, a la manera de las cabras, acompañados por ladridos con volumen de megáfono.
Cada mañana, antes de cruzar la puerta de la casa, por lo menos recorre tres veces, de ida y vuelta, la distancia entre su cama y mi habitación para mostrar su prisa. Y, sin recordar sus propias dimensiones, convierte el trayecto en una pista, siempre en riesgo de ampliar sus linderos con algún empellón contra los muebles. 
¡Nada es capaz de apagar su explosión de gozo cuando es hora de correr! La correa es la señal que enciende los resortes que lo hacen saltar, recular y retozar como un cachorro alocado.
Tal vez ahí está la respuesta para sus nuevas y desbordadas costumbres. El cachorro dentro Lorenzo, aquel que no tuvo tiempo de jugar, ahora tiene prisa. Sí, tiene urgencia de juguetear y andar a la carrera sobre todo aquello que dejó pendiente. Quizás venga de ahí tanta energía, pues mucha fue la que guardó durante el largo tiempo en que su cuerpo se ocupó en resurgir.
Así que, ¡vengan las carreras, mi Lorenzo! Porque hay tiempo de sufrir y hay tiempo de gozar. Hay tiempo de sanar y otro tiempo, ese que ahora tienes, para vivir en plenitud correteando por la vida.

miércoles, 20 de junio de 2012

"Razones de peso"


No me concibo rencorosa pero, cuando Lorenzo subió a la báscula, el recuerdo volvió a mi mente y la mueca en mi boca me delató.
Hace algunos meses, mientras caminábamos lentamente por la placita, una mirada hosca y palabras dichas a media voz me hicieron volver la cara. Era un hombre que, sin quitar los ojos del cuerpo adelgazado de Lorenzo, musitó, aunque con la intención de que yo escuchara: “¡Para qué quiere un perro si no es capaz de alimentarlo bien!”.
Una punzada me hizo tensar el vientre. El dardo de aquel juicio, sin fundamento ni respeto, me tentó a que lo abordara para hablarle de la historia de Lorenzo, ¡nuestra historia! Pero, la prudencia, me hizo continuar el paseo, aunque las lágrimas de indignación no aceptaron quedarse dentro.
Si tan sólo hubiera tomado un minuto, el hombre se habría enterado de que, “ese perro”, no debía subir de peso para lograr una mejor recuperación de la cirugía de columna que le salvó la vida. Y, que hacerlo engordar para verse redondeado, habría implicado renunciar a una agilidad normal en el futuro.
Lorenzo entonces se veía, incluso, como un perro anciano con su andar maltrecho y las costillas marcadas pero, ¿porqué pensar lo peor de los demás? ¿Qué sabía el de nosotros como para guillotinarnos con su opinión sin fundamento?
¡Si tan sólo pudiera encontrarme otra vez con aquel hombre! Hoy vería a un Lorenzo distinto, al verdadero Lorenzo. Uno que luce cada gramo con orgullo pues, más que grasa, es músculo ganado con el esfuerzo, el dolor y la entereza diaria.
Hoy tengo un motivo de orgullo, una razón de peso para hablar del peso ganado por mi Lorenzo y, como pesa tanto mi alegría, ¡la comparto y la reparto!
¡Buen trabajo, amigo mío!

jueves, 14 de junio de 2012

"Ángulos"


La historia de Lorenzo, como todas las historias, tiene muchos ángulos para verla:
Uno de ellos, es el doloroso, pues su destino de perro de exhibición quedó truncado y los días de sufrimiento físico fueron largos. . . ¡muy largos!
Desde la óptica más humana, se convirtió en ejemplo pues, con todas esas expectativas frustradas, me ayudo a vivir los momentos más difíciles en mi propia vida y me acompañó con cada una de sus enseñanzas.
También está el punto de vista divertido pues jamás tuve una convivencia tan estrecha con un perro con tanta personalidad y una capacidad para la manipulación ¡extrema!
La óptica del pesimista, por supuesto, me dirá que ha sido un desperdicio de tiempo; la del avaro, un dispendio excesivo de recursos, y la del apurado, que hay mejores cosas que hacer que cuidar la rehabilitación de un perro.
Opiniones y perspectivas, como siempre, hay tantas como seres humanos distintos existen.
Pero lo importante de lo sucedido con Lorenzo, para mí, es “todo”, porque nada ha sido inútil. Y sé que, aunque pusiera todo mi empeño en explicarlo, jamás reflejaría la experiencia que he vivido junto a él.
Ahora mismo, por cierto, celebro algo que para muchos sonará incomprensible o insulso y que también trae un nuevo ángulo, esta vez. . . ¡a las patas de mi Lorenzo!
¡Sí! Los cuidados, la disciplina, las terapias y los esfuerzos están dando nuevos frutos pues, el ángulo de los cuartos traseros de mi gigantón, día a día, va llegando a los grados de una posición ideal y, eso, me hace rebosar de gusto.
¡Que placer es verlo andar con energía y paso firme! Pero, como antes dije, todo depende del ángulo. . . con el que se mire.