A decir verdad, no todos se alegraron de la llegada de Lorenzo y hablo de gente al igual que perros.
Entre la gente, no hubo quién externó su opinión diciendo que era una insensatez de mi hija, cuya vida era bastante difícil en ese momento, el invertir y complicarse aún más con otro perro y ¡español! La visión sobre su proyecto de un criadero de primer mundo era, como casi toda cosa distinta, muy criticada y hasta atacada. Pero, supongo, es el destino de mucha gente con sueños distintos al común y los visionarios.
Pero, hablando de la manada a la que Lorenzo llegaba, también surgió la oposición. Makaryo, quien sin ser un natural “Alfa” en el grupo pero que se ha apropiado del liderazgo, lo recibió con ferocidad y celo. ¡Vaya susto el ver a dos animales de gran tamaño en contienda! Aunque, tal vez deba corregir pues, haciendo honor a la realidad, debo aclarar que Lorenzo no participó del encuentro. Sin responder a la agresión simplemente evitó en lo posible salir dañado y dejó claro a su “anfitrión” que no tenía intenciones de alterar las jerarquías.
Así, en minutos, quedó resuelto el conflicto y Lorenzo, manso y afable, se integró siendo feliz sin imponerse y siguiendo con entusiasmo las avanzadas d el Alfa desde su glorioso lugar de omega dentro del grupo.
Pero las paradojas también se dan entre los Gran Daneses pues, sin posar o pegar carreras espectaculares, el humilde Lorenzo fue jalando con su presencia afable y luminosa los reflectores. Muchas veces me pregunto: ¿Acaso desde entonces sabría, el bello Gran Danés europeo, que su destino era guiar a los corazones humanos hacia la sabiduría y no a los de su propia especie como el Alfa?
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