Como conocí a Lorenzo tiene su historia. Tal vez no será como aquellas de, “y al mirarlo en la calle, perdido y hambriento, supe que ya era parte de mi vida”. Por el contrario. Lo conocí gracias a la tecnología cibernética de punta a través de la pantalla de una computadora o, ¿debería decir “ordenador” haciendo honor al lugar donde nació? Porque, además de que mi primer encuentro es a través de la web, resulta que Lorenzo “el Mexicano” en realidad es español de Almería.
Supongo que para estas alturas de la presentación ya es evidente que, Lorenzo, ha tenido y tiene una historia peculiar y muy poco convencional.
Podría introducirlo señalando su linaje meticulosamente cuidado, hablar de los premios y características de sus padres y abuelos, o mencionar que todo él, con sus características físicas, de temperamento y propósito genético, fue cuidado con gran esmero. Pero, creo que me saltaré lo convencional y hablaré de la personalidad de Lorenzo, el adorable Gran Danés.
En el video, con música violín de fondo, aparece un rechoncho cachorro blanco con apenas unas cuantas manchas negras, curioseando de un lado a otro. Sus intensos ojos azules, desde entonces, mostraban la dulzura de su carácter mezclado con una alegría divertida y natural.
A pesar de que, por el título del video, me enteraba que estaba predestinado a mudarse a México, mi país, la posibilidad de que así ocurriera aún me sonaba irreal. Así que, sintiéndome como sólo una espectadora más de un material audiovisual curioso y muy creativo, repasé por varias ocasiones las imágenes más por diversión que por estudiarlo como “el ejemplar de la raza Gran Danés que formará parte del criadero DänischArt, propiedad de mi hija”.
¿Quién iba a adivinar que, aquel cachorrito ojiazul vendría a México con algo más que un linaje espectacular?
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