domingo, 26 de junio de 2011

"Pasillo"

Aunque la estancia de Lorenzo en el “piso”, como llaman los españoles al departamento, fue de tan sólo día y medio, su presencia movió el ambiente convirtiéndolo en un lugar de juegos. Además de su natural atracción sobre los niños, que lo buscaban constantemente, no perdió oportunidad para saludar y dejarse acariciar por los habitantes temporales y visitantes de la casa.
Para quien tiene un Gran Danés, seguramente esto no le resultará en absoluto sorprendente. Sólo que para mí, lo verdaderamente asombroso, fue su capacidad de adaptación.
Lorenzo llevaba días viajando en una camioneta acompañando a su dueño en el recorrido desde Almería y haciendo escalas para entregar a otros cachorros a sus nuevos hogares. Además de pasar el último día y noche en una estancia  para después ser transportado hasta Barcelona. Y al recordar que venía de vivir en un lugar con espacios abiertos y mucha compañía, me maravilló ver como no había perdido su gusto por la gente y su disposición a disfrutar el lugar en donde le correspondía estar. ¡Vaya manera de recordarme que, esa, es una forma sabia de vivir y disfrutar la vida!
Así que, independientemente del nerviosismo que me generaban sus carreras en el interior del apartamento, disfruté verlo correr desde el fondo del corredor de duela y  más de 6 metros por el simple gusto de hacerlo. De los campos abiertos, su circunstancia en ese momento, quedaba reducida a un lugar para ser feliz de menos de 10 metros cuadrados pero, eso, no logró mermar su gusto por ser feliz. Y, aunque había perdido a su primer amor, su criador, mantuvo el corazón abierto para aceptar a mi hija, su nueva familia.
¿Qué sería de nosotros si lográramos aceptar y adaptarnos a la vida igual que Lorenzo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario