Una nueva etapa ha comenzado en muchos ambientes de mi entorno después de los múltiples y variados eventos ocurridos recientemente. El regreso de mi hijo a casa, la instalación de la Toscana (nuestra casa fuera de la ciudad), la reapertura en la vida profesional de mi hija, la convivencia cotidiana con mis nietos ahora que puedo vivir cerca de ellos, las nuevas miras profesionales de mi esposo y, por supuesto, la recuperación de las cirugías de mi hija y de Lorenzo, también han abierto una época.
Pero, parece ser, que el instructivo y maestro sigue siendo Lorenzo. Cada uno de nosotros, en nuestro nuevo ciclo, parecemos empatar algún aspecto de nuestra vida con la del bello Gran Danés.
Ahora que ha iniciado su etapa de recuperación, no puedo evitar disfrutar al verlo resistirse entrar a la piscina. A pesar de su disgusto, es un espectáculo ver su enorme cuerpo blanco flotando mientras mueve con tesón las cuatro patas para alcanzar la orilla y huir del agua. ¡Que placer es verlo, vivo y tan hermoso! ¿Acaso es Lorenzo el mismo perro que vi echado en el cuartito aullando de dolor, de día y de noche, por tantos días sobreviviendo al riesgo de ser sacrificado?, me pregunto.
Hoy comprendo que, por el dolor y la presión de la circunstancia, olvidé algo importante: el poder del tiempo. Porque, ¿No es con el tiempo que cierran las heridas? ¿Acaso no es también, el tiempo, el que trae aceptación al corazón que ha perdido algo o a alguien? ¿No es el tiempo el que trae nuevas esperanzas, prepara el camino para nuevos proyectos y corona de sabiduría a quienes le dan tiempo al tiempo?
Lorenzo, por algunos meses, seguirá caminando con sus patas traseras tambaleantes y, mientras tanto, tendrá que esforzarse en su terapia acuática, sus caminatas y ejercicios. Pero, no dudo ni un momento, llegará el día en que lo veremos corretear junto a los otros perros y, también el tiempo, habrá borrado casi por completo el amargo sabor del recuerdo de aquellos momentos de angustia y dolor, dibujando en el nuevo tiempo la felicidad del porvenir.
Gracias por recordarme, Lorenzo, que los mejores proyectos, los mejores logros, las mejores relaciones, las mejores curaciones y todo tiempo mejor se forjan. . . a través del tiempo.
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