Para mi nieta el pintarse las uñas es el principio de un juego de vanidad. . . tan propio de una mujercita. Para las mujeres adultas es parte de ese toque de feminidad y elegancia, la muestra del gusto de lucir hermosa. Para Lorenzo es un trofeo, sí, un trofeo de valor y constancia.
Y, es que al perder la movilidad en sus cuartos traseros, cada paso de sus débiles patas fue un triunfo y en el intento, poco a poco, sus uñas se desgastaron marcando con su sangre el camino andado.
Mutilado, incluso, siguió caminando y ejercitándose día a día. A pesar de buscar las superficies suaves y las terapias en agua, fue inevitable que el roce las rebajara hasta casi hacerlas desaparecer.
Cuatro meses después, cuando pensamos que habría que cauterizar el nacimiento de las uñas, los cuidados y su esfuerzo comenzaron a dar frutos. ¿Uno de ellos? ¡Las uñas, como muñones incipientes, comenzaron a crecer!
Ahora, Lorenzo, es capaz de completar el movimiento al caminar, levantando las patitas y apoyarlas totalmente sobre el piso a cada paso, y sus uñas, confieso con cierta vanidad, ¡son hermosas!
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