jueves, 15 de septiembre de 2011

"¡Sin correr!"

A muchos, seguramente, les parecería un acto de compasión el permitir que Lorenzo trotara durante sus paseos terapéuticos pero, el hecho, es que lo mejor para él es la caminata lenta y pausada que le dé tiempo de hacer, una y otra vez, el movimiento que sus cuartos traseros han olvidado y que, por los músculos atrofiados, resulta muy difícil de hacer.
Aunque inicialmente disfruta de salir a caminar, al cabo de algunos minutos, su patas, comienzan a protestar por el cansancio y tiemblan por el esfuerzo. Aun así, sostengo el paso con un solo pensamiento: “Es por su bien”.
Lorenzo, dócil por naturaleza, acepta la velocidad que impongo y se aplica en el andar lento. Una que otra vez reintenta acelerar pero, a un tirón de correa, cede a mi voluntad y continúa, confiando en mi decisión. 
Al verlo, me hace pensar en lo que muchos de nosotros, como seres humanos, hacemos después de nos hemos visto envueltos en pérdidas y problemas que nos han mermado en nuestras capacidades. Intentamos correr en nuevas situaciones, aun cuando todavía no estamos listos, engañándonos y evitando practicar la forma correcta de caminar por la vida. Por precipitarnos, jamás nos recuperamos y ni corregimos los errores, marcando nuestro destino con una cojera emocional de por vida.
Hoy me está tocando a mí ayudarte a corregir tus pasos, Lorenzo, y aceptas que lo hagamos lentamente. Un día, cuando sea mi turno, serás tú, con tu recuerdo, quien frenará los míos.

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